Como siempre tras una carrera, hago una entrada de cómo me ha ido que
sensaciones he tenido. Esta vez, la entrada por la Media Maratón de Marbella se
ha retrasado una semana, pero es que he tenido mucho lio estos días.
Esta carrera era el gran primer test de cómo van funcionando los
entrenos y si el objetivo marcado para la Maratón de Málaga puede ser realidad
o sólo una quimera de mi cabeza.
La verdad es que no ha podido salir mejor, os cuento,…
Esta vez, y por segunda, fui a la carrera acompañado. A las 7 y poco
de la mañana, cerca de casa me esperaba Jesús, un fiebre del Trail, la
bicicleta, las motos, … y que hoy hacía su debut en la media maratón. Nacho, y
Salva, dos amigos suyos nos recogieron y juntos fuimos a Marbella.
Una charla muy animada, hablando de lo que esperábamos cada uno del
día y de lo que teníamos en mente para los meses venideros. Nacho y Jesús a
hacer trails y ultratrails, y Salva a debutar en la maratón. En la voz de Salva
se desprendía el miedo de lo desconocido, del ¿Qué va a pasar?, ¿lo conseguiré?
Ahí intentamos tranquilizarlo desde la poca experiencia que tenemos y sobre
todo, intentando usar el mayor juicio posible en las palabras. Seguro que
consigue entrar en meta el 6 de diciembre.
Llegamos a Marbella, aparcamos cerca y tranquilamente a por los
dorsales. La verdad es que no estábamos especialmente nerviosos y si con muchas
ganas de que comenzara.
En la foto: Jesús, Nacho, yo y Salva
Este año, la salida cambió su ubicación, paralela a la del año
anterior que yo la corrí. Se buscaba cortar el menor paso posible por la
arteria principal de Marbella. No fue mal cambio, aunque nos metieran un par de
cuestas simpáticas.
La salida la hice de los primeros, por lo que no tuve que estar dando
saltos adelantando a mucha gente.
El objetivo era bajar la marca anterior en media, que era 1:40:16 que
hice en Málaga este año. Los tiempos en las series me decía que más rápido
podía ir, pero la carga de entreno igual me pesaba.
La liebre de 1:40 quedó tras de mí y al salir, y poner mi ritmo me
dije que en cuanto me pillara, pues a apretar dientes junto a él para conseguir
el objetivo. La verdad es que lo vi una vez, en un giro y no lo vi de nuevo
hasta meta.
Los tiempos fueron más o menos mantenidos. Bien de piernas, no sufrí
muscularmente en carrera (el post es otra cosa) y disfruté de lo lindo. Esta
vez salí sin música y creo que va a ser así en la mayoría de las ocasiones. Me
ayudó a concentrarme en la respiración, sentir mejor las pisadas y estar más
atento al entorno.
Iban cayendo los kilómetros y el sentimiento de bajar de nuevo marca
era una gozada.
Ya en el último tramo de carrera, en los km 18 y 19 bajé algo el ritmo
y creía que iba a pinchar.
Ese sentimiento de estar tan cerca y a la vez tan lejos del objetivo,
pero faltando 1 km, viendo a lo lejos el cartel de meta, ahí saque el final que
dan esas series a todo trapo, sin dejarte nada dentro. Un último km que no
había hecho nunca tan fuerte ni por supuesto tan motivado.
Una cosa que me encantó fue que al entrar, el speaker hizo referencia
a mi camiseta, y un “¡Bravo por los celiacos!” se oyó en meta.
1:35:15, una pasada. No me lo creía. Me emocioné. Aunque la maratón es
el gran objetivo, el poder dar mordiscos al tiempo como estoy haciendo, hace
que los sacrificios que uno modestamente hace sean gratificantes por los
resultados. Hace un año, en la misma carrera, el tiempo fue de 1:48:40. No
puedo estar más satisfecho.
Jesús hizo un increíble tiempo de 1:40 para su primera media maratón,
es un león que va a dar días de gloria, y tanto Nacho como Salva cumplieron con
sus expectativas.
Ya quedan 2 meses para el gran objetivo. Esta próxima semana a correr
la media de Cártama y la siguiente a disfrutar en la Carrera Solidaria de El
Corte Inglés. Ahí me juntaré con el gran grupo de corredores que forma el
equipo del gimnasio al que voy a machacarme, el VivaGim de Málaga. Habrá foto
en el blog para celebrarlo.
Como siempre, y hoy más que nunca:
#dearhardwork
#nopiensescorre